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¡Por fin libre! Acaba de concluir el curso de rehabilitación de Lindsay Lohan impuesto por un juez. Le costó mucho esfuerzo pero lo ha conseguido. Lilo está limpia. De momento. Por lo menos así la actriz evita ir a la cárcel. También de momento…
La historia comenzó el año pasado después de un accidente de tráfico del que Lindsay salió ilesa pero luego ella mintió a la policía e intentó echarle la culpa a su asistente. Pero luego resultó que la culpable del accidente era Lindsay que llevaba unas cuantas copas encima además de otras sustancias prohibidas. Y ahí se ha sumado todo: conducción temeraria, falso testimonio y la prisión condicional arrastrada desde anterior juicio por el robo de unas joyas (es que Lilo colecciona juicios como esas joyas robadas).
El juez ha sido más que comprensible con la desdichada Lilo y en vez de enviarla a la cárcel le ordenó pasar 90 días en una clínica de desintoxicación.
Esa clínica ha sido ya sexta en la vida de Lindsay (al menos que se sepa). Ahora, cuando la actriz está por fin libre, yo le puedo desear solo una cosa – ser consciente de sus acciones. Porque el próximo “desliz” seguramente acabará con una pena de prisión.
Pero aquí no termina todo. Ahora Lindsay Lohan tiene cumplir con unas horas de trabajos para la comunidad y además ir al tratarse con un psicólogo. Vamos, que después de todo nuestra Lilo tendría que volverse irreconocible.