Desde luego los miembros de la casa real de Mónaco no se aburren. Sobre todo en lo referente a su vida sentimental. Todos y cada uno de ellos tienen interesantes historias contadas y por contar. La más reciente miembro de la corona, la Princesa Charlene de Monaco a principio pareció ser una mosquita muerta al lado de un donjuán y mujeriego el Príncipe Alberto. Corren rumores de que la mujer está profundamente infeliz en su papel de la «Princesa del pueblo monegasco». Y la verdad es que su cara de pocos amigos habla a favor de esta teoría. Pero…
Pero parece ser que en realidad Charlene sabe disfrutar de esta vida mejor que todas nosotras juntas. Cuentan que la princesa monegasca está liada con la estrella de rugby, neozelandés Byron Kelleher. Al parecer el deportista era la causa por la que la Princesa Charlene de Mónaco no asistió a la entronización de Guillermo Alejandro de Holanda.
Mientras Alberto II de Mónaco le estaba estrechando la mano a un nuevo rey, Charlene desfrutaba de sol y playa en compañía de este macizorro en su Sudáfrica natal. La versión oficial decía que en realidad la Princesa se fue a la boda de su mejor amiga y de paso asistió a un acto de la fundación deportiva que lleva su nombre. Y precisamente Kelleher es el encargado del rugby en esa fundación. ¡Mira tú qué casualidad!
¿Y sabéis qué os digo? Si en realidad todo esto no más que un rumor, yo diría que Charlene es tonta por no aprovechar el momento. Mirad a Byron y mirad a Alberto de Mónaco. Total, si la prensa va a publicar chismes igualmente. Y no creo que a Alberto le importe demasiado.