Steve Jobs y Bill Gates, los eternos antagonistas en el mundo de finanzas y tecnología. Pero no sólo esto, también se ha hablado mucho sobre las acciones filantrópicas de ambos. Es bien sabido que Bill Gates y su mujer Melinda donaron más de 23 mil millones de dólares a la beneficencia, convirtiéndose así en los mayores donantes de la historia. Además Bill Gates y Warren Buffett iniciaron en el año 2009 la campaña The Giving Pledge para conseguir que los hombres más ricos de América donen al menos el 50% de su fortuna en vida o como herencia, filantrópicamente.
A su vez sobre Steve Jobs siempre se ha dicho que siendo uno de los hombres más ricos del planeta no se ha mostrado mayor interés por la filantropía y en vida nunca ha sido visto especialmente implicado en beneficencia y donaciones. Pero resulta que esta imagen no era del todo cierta. Steve Jobs en realidad si realizaba donaciones los últimos 20 años de su vida pero de manera anónima. No se precisan ni las organizaciones que se beneficiaron de estas acciones del magnate tecnológico fallecido en octubre de 2011, ni tampoco las sumas. Laurene Powell, la viuda de Jobs, alega a que no les gustaba llamar la atención sobre ello.
Y he aquí la gran cuestión. ¿Es ética semejante confesión ahora? ¿No sonará esto un poco a los intentos de limpiar el nombre de Jobs que siempre ha tenido fama de tacaño? Sea verdad o mentira, en mi opinión, si ellos lo hacían de forma anónima Laurene Powell debería haber callado.
Por otro lado el trabajo que está realizando Bill y Melinda Gates tiene inevitablemente un efecto llamada, siendo ellos una pareja muy famosa que predica con su ejemplo y anima a otros hacer lo mismo. Y no digo que hacerlo en anonimato no sirve de nada, pero si es cierto que el efecto no va a ser el mismo.