«Me gusta que me azoten». Con estas escandalosas palabras Rihanna, de 23 años, arranca la entrevista más atrevida que ha conedido hasta el momento. Y esto es sólo el inicio: «Y es divertido que me aten. Me gusta el sexo salvaje. Pero prefiero que sea espontáneo. A veces, usar látigos y cadenas es demasiado planeado… Tienes que parar e ir a buscar el látigo al último cajón de la planta de abajo. Prefiero que ellos usen sus manos», dice la artista.
La de Barbados se suelta su incandescente melena para la edición estadounidense de la revista «Rolling Stone» (y que la cabecera española publicará en el número de mayo). Y sin miedo al «qué dirán», Rihanna habla abiertamente sobre su vida sexual: «Me gusta llevar las riendas en mi vida, pero me divierte ser sumisa en el dormitorio. Allí dentro puedo ser una pequeña dama y tener a un macho que se responsabilice de la situación. Eso es sexy. En mi vida normal trabajo mucho y tomo un montón de decisiones ejecutivas diarias, así que en la intimidad prefiero sentirme como la chica de alguien».
Y es que a pesar de su juventud, Rihanna parece haber vivido ya varias vidas. Número uno y rival de otras superestrellas como Lady Gaga o Madonna, no todo ha sido de color de rosa para la cantante. En la entrevista recuerda la dureza de su infancia, marcada por la figura de un padre alcohólico y drogadicto, al que recuerda ver fumar crack cuando ella tenía nueve años: «Los viernes me aterraban porque podía volver a casa borracho. Ese día recibía su paga, y la mitad se iba en alcohol».
Dice que aquello le hizo más fuerte, pero inevitablemente le dejó una marca d epor vida: «Creo que soy un poco masoquista. No es algo de lo que esté orgullosa, y no me di cuenta hasta hace poco. Creo que es común en la gente que fue testigo de maltratos en su infancia».
Sea como fuere, sus experiencias le han dado un carácter y un arrojo que le han valido muchos éxitos. También seguridad en sí misma. La artista afirma que le gusta su cuerpo, pero que tampoco hace demasiado por mantener el tipo. En la entrevista a «Rolling Stone» cuenta que no le gustan las verduras porque le saben «como hierbajos» y que le encantan «las patatas fritas, los Cheetos y la comida rápida de la cadena KFC». Eso sí, sabe que la gloria no es eterna: «Estoy agradecida por el cuerpo que tengo, pero soy consciente de que no es eterno. Las tetas y el culo es lo primero que se estropea».
Una entrevista que sin duda dará mucho que hablar.