El juez que determinará si la actriz robó un collar de una joyería le insta a no «tentar la suerte». Lindsay Lohan volvió ayer a tener un mano a mano con la justicia, esta vez para declarar sobre la acusación de haber robado, presuntamente, un collar valorado en 2.500 dólares de una joyería de Los Angeles.
Completamente vestida de blanco y aparentemente tranquila, la actriz se declaró «no culpable» del delito, que le podría costar hasta tres años de cárcel. El supuesto robo se produjo el pasado mes de enero, apenas tres semanas después de haber terminado su quinto tratamiento de rehabilitación en tres años.
Sus abogados defienden que Lohan pensó en todo momento que el collar, que ya ha sido entregado a la justicia, era un préstamo que su estilista olvidó devolver a sus dueños.
Tras pagar una fianza de 20 mil dólares, Lindsay quedó en libertad provisional, pues aún tendrá que esperar al veredicto final. «Usted no es diferente a nadie, así que, por favor, no desafíe a su suerte», le espetó el juez. Y es que los cargos que se han presentado contra ella son los más graves de los que ha recibido hasta ahora, cuyos delitos estaban siempre relacionados con las drogas o el alcohol.
Si finalmente es condenada por robo, estaría violando su libertad condicional, con lo que podría enfrentarse de nuevo a la cárcel, esta vez con un castigo de hasta tres años.