La mancha de mora…

Los trapos sucios han comenzado a asomar tras el anuncio de divorcio de Madonna y Guy Ritchie. La convivencia turbulenta en la que ha acabado su relación terminó por confirmar la evidencia. Guy y Madonna no se soportaban.

Sus discusiones eran frecuentes (casi no podían estar juntos sin gritarse), no dormían juntos desde hacía un año (de sexo ni hablamos) y cuando no se estaban insultando se soportaban sólo por el bien de los niños (en especial de Rocco, su hijo en común). A raíz del anuncio oficial del divorcio se ha levantado la veda y se ha sabido qué no soportaban el uno del otro.

Según el entorno de Madonna el cineasta era un aprovechado que sólo se preocupaba por vivir a costa de la cantante, diez años mayor que él, y de acudir al pub, dejando de un lado a la familia y rechazando los planes de adoptar otros niños.

Los amigos de Ritchie afirmaban que el director estaba harto del culto al cuerpo de Madonna, ya convertido en obsesión por mantenerse en forma y de la dedicación de la diva a la mística enseñanza judía de la Kabbalah.

La mancha de mora con mora se quita pero esta mancha estaba ya reseca y hace días que nuestros protagonistas ya se dedicaban a limpiarla. Fíjense cómo estarían las cosas que casi sin divorciarse ya se rumorean toda clase de historias sobre «las nuevas parejas«.

Madonna estaba como loca por presentar a Alex Rodríguez a sus dos hijos. Quiere volver a ser madre (antes de que se le pase el arroz definitivamente) y parece que el jugador de los Yankees es el semental ideal para ello.

Mientras tanto Guy hacía horas extras repasando el guión de su próxima película, Sherlock Holmes, junto a su protagonista, la actriz Británica Kelly Reilly (20 años menor que Madonna).

¿Quién dijo que el mundo del famoso es aburrido?

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