Los escándalos del pasado vuelven a cobrar importancia para el viejo Woody Allen. Él seguramente ya pensaba que nadie se acordaría de esa vergonzosa página de su vida. Pero su hija adoptiva Dylan Farrow ha decidido volver a recordad a todo el mundo las «debilidades» del mundialmente famoso director.
Dylan Farrow escribió a The New York Times una carta abierta en la que retoma sus acusaciones contra su padre adoptivo y relata los supuestos abusos sexuales a los que la sometió el cineasta cuando tenía 7 años.
Los detalles de este testimonio han sido publicados por todos los medios de comunicación del mundo así que no lo voy a repetir aquí. Lo que quiero decir es el horror que experimenté después de leer los comentarios de la gente, los seguidores de uno de los directores de cine más grandes. Estamos en siglo XXI y todavía los testimonios de las víctimas de los abusos sexuales se ponen en duda con facilidad. La sociedad, que clama endurecimiento de penas para los pederastas, de repente se vuelve mucho más comprensiva si se trata de alguien tan relevante como Woody Allen o ya mencionado en este blog Roman Polanski.
Estoy de acuerdo que muchas veces el arte creado por el artista cobra su vida propia y ya no le pertenece. Aquellos que exigen separar Allen-creador de Allen-pederasta precisamente no lo hacen. Yo no quiero que se prohíban las películas de Woody Allen. Pero quiero que la sociedad se vuelva más sensible con las víctimas de los abusos sexuales y que Allen por fin encuentre su justo castigo.
Dylan Farrow pregunta en su carta: «¿Qué pasaría si hubiera sido tu hija, Cate Blanchett? ¿Louis CK? ¿Alec Baldwin? ¿Y si hubieses sido tú, Emma Stone? ¿O tú, Scarlett Johansson?.» ¿Y qué pasaría si hubiera sido cualquiera de nosotros?