Una de las cosas buenas que tiene Nueva York cuando está cubierto de nieve es que cada rincón se puede convertir en escenario de una batalla de bolas, una buena forma de pasar un buen rato, sin duda. Hugh Jackman siguió al pie de la letra las instrucciones para que la tarde con sus hijos fuera un auténtico éxito. Primero ropa de abrigo para evitar que la nieve derretida nos pase factura al día siguiente, luego muchas ganas de revolcarse, saltar y correr y por último sacar al perro de la familia para que nos acompañe.
Como si volviera a ponerse en la piel de Lobezno, que utilizaba su fuerza sobrehumana, Hugh hizo la bola de nieve más grande que sus hijos han visto jamás, bueno, ni ellos ni los asombrados viandantes que pasaban por la calle. Su intención no era lanzarla pero si lo hubiera hecho, su destinatario seguro que no habría quedado muy bien parado. Mientras, el actor, que acaba de confirmar que presentará una de las categorías de los Oscar, se entretenía con esto y se ocupaba de que su perro no quedara enterrado, incluso le puso unas botitas para evitarlo, sus hijos Ava y Oscar hacían su “guerra” por separado.
Como buen hermano mayor Oscar se encargaba de «chinchar» a Ava que acabó volando, literalmente, sobre la gruesa capa de nieve. La venganza, claro, se sirvió fría concretamente en forma de bola que la niña lanzó contra su hermano. Cansados y mojados, pero seguramente satisfechos, la familia regresó a casa para tomarse quizá un buen chocolate caliente, broche de oro perfecto a una tarde inolvidable.